El día que yo me muera
que nadie me traiga flores,
que nadie encienda una vela
y por mí que nadie llore.
El día que yo me vaya
en alegre pasacalles
que me acerquen hasta el Falla
recorriendo todo Cádiz,
ese día en que la vida
se me vaya por la boca
con el alma y esa copla
que será mi despedida,
llevarme hasta la Caleta
y a la sombra del poeta
entre admiración y envidia,
que las olas de la playa
me salpiquen a la cara,
la viña, la viña, la viña.
Que suenen chirigotas y comparsas
y esos coros en la plaza
cerquita de la Cruz Verde,
que salgan al compas del 3x4
los chiquillos de aquel patio
de la calle San Vicente.
Y el día que me vaya solo quiero
que sea por Febrero
y llueva a mares,
y se escuche a mi paso
ahí va un viñero,
sencillamente un viñero,
que murió siendo coplero
de Cai, de Cai,
coplero
de Cai.
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